Vida y Obra de Nicolás

Siguiendo con la biografía de las mascotas. A diferencia de las perras, de factura británica, los gatos salieron como "made in china".
Nicol (me cae que yo no lo bauticé así!) llegó a las 7 semanas de nacido aproximadamente, lo fuimos a recoger cerca de Pachuca (como si al sur de la ciudad no hubiera gatos); del cajón de huevo donde elegantemente nos presentaron la camada ofertada, escogí al más chillón, esto porque en la literatura veterinaria, leí que un gato hablador y desenvuelto tiene mejores posiblidades de desarrollarse fuerte y sano, que uno tímido y uraño (a 8 años de serenatas, me arrepiento de haber seguido ese consejo).
Elegí uno que a todas luces parecía un siamés, gatos que al nacer son practicamente blancos, sin puntos de color. Meses después, nos dimos cuenta que Nicol no se iba a hacer siamés ni volviendo a nacer; en ves de pintarle cola, patas y orejas, nos quedamos con nuestro gato deslavado (eran mediados de los noventa, así que iba ad-hoc con el estilo grunge).

A las pocas semanas, se nos ocurrió que pára que tuviera compañía, debíamos adoptar también una gatita (si yo pudiera hacer lo mismo, maldito gato suertudo). Ésta vez no fuimos hasta Pachuca, la compramos en un bazar y ésta SI me aseguré que fuera siamesa (burmés para ser más exactos); debí haberme fijado menos en la raza del gato y más en el género, pues Jennifer, la gata de compañía de Nicol, nos salió machín... sin comentarios.
Jennifer regresó al bazar y Nicol siguió solito un tiempo; aunque pasándosela muy bien. Al año de vida, sufrió una caída de dos pisos, al verse enboscado entre dos albañiles parecidos a trucutú y un televisor, (curiosa historia).
Por la caída y el susto, Nicol empezó a desarrollar un cuadro asmático, que en más de una ocasión le cuesta algunas de sus nueve vidas. Lleva seis años en tratamiento, actualmente el asma está controlada por que se le está dando medicamento para humano. Una vez cada 45 días, asiste religiosamente (no gustosamente) al veterinario a recibir su inyección.