Amigas de la infancia 2

Es interesante ver como el fenómeno conocido como -Percepción- nos mueve y muta con el paso de los años. Que de qué demonios estoy hablando? espero que para el final del post, yo mismo lo sepa.
Recordaba a las amigas de la infancia y adolescencia, y me cuestioné "qué les veíamos, si estaban re-feas?". Por un lado me alegré de no haber desarrollado una suerte de paidofilia (a estas alturas, es de lo poco que me falta), por otro, pensé: "con qué poco pinole nos ahogábamos". Todos recordamos a las(os) niñas(os) "bonitas" de la escuela pero... eran en realidad tan bonitas? Acabemos de una buena vez con el mito.
Aquí es donde entra la parte de la percepción. En la infancia y la juventud, ante una carencia de referentes, tendemos a idolatrar (en materia de belleza, intelecto, fuerza, capacidades, etc...) a lo que más identificamos como "bello" y/o perfecto, esto es, no necesariamente lo que ES bello o perfecto, sino lo que se nos DICE que lo es.

Resumiendo: igual que en otros aspectos de la vida, nos dan atole con el dedo y nos quedamos con lo que "piensa" la masa.

De ésta forma (vamos, hagan el ejercicio conmigo), recuerden a los galanes(as) de sus años colegiales.

- En los primeros años de la primaria, no tengo nada que recordar, SÉ que todas eran horribles y en esa época mi libído estaba guardada aún, las mujeres sólo me provocaban para jalarles las trenzas y verles los calzones (no con fines eróticos, sólo con propósitos territoriales).

- Ya para finales de la escuela básica, las trenzas y calzones, sobre todo los calzones de las niñas, cobran otro significado. Ahí tenía a:
Virginia: una güera de orígen canadiense, de piel tan blanca, cabellos tan platinados y ojos tan celestes, que parecía una triste cuija. Su rival, al menos ante mis ojos, era:

Brenda: una gordita (aparentemente en aquel tiempo no me molestaba que fuera gordita) de cabello chino, corto; matada y muy seria.

- En la secundaria, con las hormonas en ebullición (y se notó), las fantasías y sueños húmedos eran ocupados por:
Lulú: una rubia de hablar lento y con cara de -ay, otra vez no entendí ni madres- (equipo estándar para casi todas las rubias), de ojos color miel y piel rosada, gracias a una autoconfesa dieta basada en betabel. Razgo peculiar: caminaba como si sus rubicundos pezones fueran de plomo; creo que la imagen es clara y no necesita mayores explicaciones, no?

Rocío, Mayra, Karina: Todas ellas basaban su atractivo en la necesidad, nuestra necesidad. Necesidad, que a los ojos de un púber, hace ver a una chamaca desaliñada, greñuda y desproporcionada como si fuera una odalisca. De nuevo, la percepción.

- La Preparatoria, pináculo de la atracción animal y el deseo no satisfecho. Por respeto a las lectoras, no voy a reproducir el tipo de conversaciones que solíamos tener, todo lo dejo a sus memorias. Sólo recuerdo que entre la bola de patanes con la que me juntaba, la frase más socorrida era "oye we, tu le dabas a (nombre o apodo de la primera infelíz que se atravezara)?". La respuesta unísona generalmente era "si".
Aquí la percepción ya está menos sesgada por fijaciones freudianas y, tras varios años de retroalimentación, se puede decir que algunas de las que considerábamos atractivas, de hecho lo eran. Por lo menos lo suficiente para despertar pensamientos obscenos entre ñoños, antisociales, vándalos, barbajanes y bienportados... por etapas, yo pasé por todas esas categorías, no necesariamente en ese orden.

Quisier haber hablado de un tema tan interesante como la percepción de manera más seria y con ejemplos menos ignominiosos pero, la verdad, el caminar de la Lulú es inolvidable.

Espero no haber despostillado algunos de sus más preciados recuerdos infantiles.

A: amigas de la infancia 1